Días de finales (2020)

Pocas veces en nuestras vidas podemos decir que fuimos participes de algo increíble, sobresaliente, extraordinario: el nacimiento de un hijo, vencer una enfermedad, u obtener una meta laboral o profesional

Pocas veces podemos decir que hemos vivido tiempos tan relevantes para la humanidad como el descubrimiento de una tecnología, una revolución social, política cultural o artística.

Sin embargo para muchos de nosotros la participación, presencia o casualidad de estar en un lugar en cierto momento, se puede limitar a situaciones geográficas: no vivir en la costa y por ello no ser participes o sufrir el daño que causa un huracán, vivir en un país distinto a donde se inició una revolución o tragedia económica o racial o gozar de beneficios derivados de la calidad de vida de cierto países y sus modelo económicos.

Días de finales (2020)
Días de finales (2020)


Y es que está claro que estamos atados al destino que nos depara nuestra situación espacio temporal; había tiempos más tumultuosos donde en general “todo” pasaba por algo (fortuna o infortunio), y sin entrar en el aspecto filosófico,  estamos presenciando por primera vez en muchos años  eventos  tan generalizados, tan impactantes, tan globalizados, que nadie ha podido escapar de ellos,
 y es un hecho que tomará años en resolverse o estabilizarse,  ninguno de nosotros podrá mantenerse al margen o permanecer exento de el alcance de los acontecimientos.

No podemos escapar del riesgo, de la reacción de nuestras respectivas sociedades a esto, de cómo nuestro gobierno encara el reto más importante en la historía de nuestros países, no podemos escapar al capullo total que envuelve nuestros sentidos por parte de los sistemas que nos observan esquizofrenicamente y nos recomienda lo que tenemos que ver o no ver, y si queremos observar tragedia, nos alimentan la insaciable paranoia y el pánico, no por el riesgo, si no por el miedo.

La tragedia no evita a nadie a su paso, no excluye a nadie, no se lleva ni embarra al mejor ni al peor de nosotros, no es ni más ciega que la justicia, ni más terrible que la muerte, simplemente es, y nada que hagamos la cambiará.

Y por ello,  al final de otro ciclo, al inicio de lo que se vislumbra como lo peor, solo queda resistir, mantenerse, seguir, y no por que pensando positivo lo lograremos, si no porque la vida no debe de tener limites y somos parte de ella, porque el que sobrevive lo hace porque es llevado sobre las alas de eso que le dice que nada le va a detener.

La humanidad sólo se verá limitada por sus miembros mínimos, a los demás sólo nos queda no permitir que se destruya.

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